martes, 7 de junio de 2011

Pequeña golondrina.



Cierta vez, hubo una inundación en un inmenso bosque. El coro de nubes, que debian anunciar la vida, esta vez anunció la muerte. Los grandes animales, para no ahogarse, huyeron, dejando incluso a sus crías detrás. Arrasaban con todo lo que encontraba a su paso. Los animales pequeños seguían su rastro. De repente, una pequeña golondrina, completamente empapada, apareció a contracorriente, buscando a quién salvar.

Las hienas observaron la actitud de la golondrina, que les pareció llamativa. Le dijeron: "¡Estás loca! ¿Qué puedes hacer con un cuerpo tan fragil?". Los buitres graznaron: "¡Sé realista! ¡Date cuenta de tu propia pequeñez!". Por donde pasaba la frágil golondrina era ridiculizada. De todos modos, ella seguía buscando insistentemente a alguien a quien rescatar. Sus alas movían fatigadas cuando vio a un polluelo de pájaro mosca debatiendose en el agua, a punto de ahogarse. Aunque nunca habia aprendido a nadar, la golondrina se arrojó al agua y, con mucho esfuerzo, tomó al pequeño pájaro del ala izquierda. Depués, salió volando con él en el pico.

Cuando alzó el vuelo, encontró a otras hienas, que no tardaron en decir: "¡Loca! ¡Quieres ser una heroína!". Pero ella no se detuvo; estaba muerta de cansancio, pero sólo descansó después de dejar al pequeño picaflor en un lugar seguro. Horas después, se encontró con las hienas debajo de una sombra. Mirándolas a los ojos, les espetó: "Sólo me siento digna de mis alas si las utilizo para hacer que otros vuelen".

El vendedor de sueños.