sábado, 10 de diciembre de 2011

Teclas confidentes.

Ryan se encontraba enfrascado en una de sus nuevas obras, por ello, no se dio cuenta de cuando Noah se le acercó.

-Ryan...
-Dime. - sin levantar la vista del papel.
-¿Puedes mirarme un momento por lo menos?

Le miró. Ryan solía tener una mirada muy intensa, pero últimamente no tenía ese brillo de alegría que le caracterizaba. Cosa que a Noah le entristecía porque sabía que algo en el interior de su amigo no iba bien.

-¿Por qué no descansas un rato?
-No me apetece, Noah. Simplemente quiero componer.
-Hazme caso, no es bueno que te fuerces.
-Noah, déjalo.
-Mira...no se que te está ocurriendo y por qué no me lo quieres contar, pero me duele que cada vez estés mas distante de mi. Ya no hablas conmigo ni te desahogas. Solo estás continuamente con ese piano. Tocando y componiendo. Componiendo y tocando. ¡Ni si quiera eres capaz de mirarme cuando te hablo!

Ryan sonrió. Sonrió de esa forma capaz de partirte el alma. Sonrisas que reflejan mejor el dolor que un río de lágrimas.

-No puedes entender que ya no pueda contarte lo que me pasa. No puedes entender que se me haga difícil estar tan cerca de ti. No puedes entender que me duela esta maldita situación cuando no se lo que hacer, ni lo que va a pasar. No puedes entender...
-Ryan...
-No lo puedes entender porque el idiota enamorado no eres tú. Soy yo.